Hola se acerca el verano y todos queremos lucir un bonito bronceado, pues vamos a dar comienzo al proyecto bronceado, que debe comenzar unos 20 días antes de poder pisar la playa o tomar los primeros baños de sol.
Lo primero, como en otras muchas rutinas de nuestra vida diaria, es cuidar la alimentación. No deben faltar los zumos de cítricos, especialmente la naranja, las zanahorias y las ensaladas. Las verduras con color son también perfectos aliados. No se trata de buscar la exageración y limitar nuestro menú a este tipo de alimentos, pero sí incluir una porción de los mismos una o dos veces al día. Este tipo de productos agregan vitamina A y carotenos, componentes ideales para la salud de la piel.
Apunta tu nueva lista de la compra, con otros productos que también son perfectos para una sesión de bronceado perfecto: mango, albaricoque, calabaza, verduras de hoja verde (lechuga, espinacas y vainas o judías). Tomate, maíz, brócoli, kiwi, yema de huevo, que contienen alfacaroteno, son un protector natural de la piel.
Al mismo tiempo es necesario establecer, dentro de nuestras pautas de higiene y cuidado diario, la aplicación de cremas hidratantes y nutritivas después de la ducha. Esto permitirá que la piel esté brillante, sana, luminosa e hidratada, acondicionada para la primera puesta al sol.
Unos diez días antes de las primeras exposiciones es muy recomendable exfoliar la piel, eliminando todas las células muertas y residuos. Ayudaremos a limitar las manchas y las imperfecciones de la piel una vez comencemos a broncearnos.
Para las pieles más pálidas, unos diez o quince días antes del primer baño de sol, es recomendable acudir a unas cortas sesiones de solárium o disfrutar de una hora de sol, a primera o ultima hora del día, cuando los rayos son aún débiles para que la piel pueda ir adaptándose. Una alternativa es utilizar lociones autobronceadoras idóneas para su tipo de piel. Consultar con un especialista, un dermatólogo o una esteticistas sobre los productos más adecuados para que el bronceado sea uniforme, que la crema sea fácil de aplicar y además nos permita obtener el color más adecuado...se trata de evitar el efecto "naranjito".
Es también recomendable vigilar la toma de agua; como nos suelen recordar es aconsejable consumir entre litro y medio y dos litros de agua al día; no olvides es también beneficioso para la hidratación y flexibilidad de la piel.
Durante la exposición solar, además de la aplicación de protectores con no menos de factor 15 y sus rutinas de cuidado (aplicar cada dos horas, extender ente 30 minutos y una hora antes del baño de sol, emplear productos específicos para rostro, escote y hombros...)...hay otra serie de consideraciones que deben ser tomadas en cuenta.
Recuerda que la piel debe estar limpia, hidratada y sin rastro de maquillaje. Evita incluso desodorante o colonia, puesto que pueden provocar quemaduras o manchas irregulares difíciles de eliminar.
Si decides darte un chapuzón en el mar o en agua salada, recuerda que las gotitas que quedan sobre la piel actúan como lupas, provocando quemaduras intensas en la piel, por lo que es necesario ducharse o aclararse con agua dulce antes de regresar a la toalla.
Recuerda que algunos medicamentos, como las píldoras anticonceptivas o los tratamientos para el acné pueden incrementar tu sensibilidad al sol, por lo que idealmente debes consultar con tu medico sobre su efecto, y en caso de desconocerlo prevenirlo con la aplicación de protectores solares de mayor graduación.
Los primeros baños de sol deben ser captados en horarios de radicación más baja, evitando las horas comprendidas entre las 11 y las 15 horas. Aún dispondrás de muchas horas de luz, y evitaras dañar la piel, preparándola para las jornadas más intensivas.
No es recomendable tomar el sol tumbado y quieto. Pasear, jugar a vóley o realizar otro tipo de actividades al sol te garantizan un bronceado más uniforme. Para la cabeza, una pamela de ala ancha, además de chic, te protege del calor en la cabeza, cuida tu cabello y elimina la radiación directa sobre la zona más débil de tu piel: los ojos y su contorno. Recuerda que el agua y la arena reflejan los rayos de sol, de manera que incluso bajo una sombrilla conseguirás ese tono sano y doradito del bronceado evitando dañar la piel.
Para las manchas solares, color café con leche, es posible aplicar un par de truquitos, que si bien no terminan de eliminarlas, la secarán y disimulan. Para ello es posible realizar una infusión de perejil y aplicarla con un algodón fino sobre las manchas. El zumo de limón es también un poderoso aliado. Recuerda que el limón, sobre todo, tiene a secar un poco la piel, por lo que la hidratación debe ser intensiva.
Los labios cuentan con una de las pieles más sensible de todo nuestro cuerpo, utiliza un bloqueador solar para esta zona, evitarás las temidas arruguitas que tanto envejecen el rostro.
¿Y después del sol?
El aftersun debe ser el básico de tu neceser de temporada; en su defecto lociones corporales frescas, hidratantes y con vitamina A. Aplícalo al atardecer, después de la ducha e incluso antes de irte a la cama; sentirás la piel fresca, flexible y con un bronceado mucho más luminoso. Los mejores productos para después de sol, evitan además resecamientos o que la piel se pele tiempo después de la exposición solar.
En la ducha evita el agua caliente, mejor agua fresca o tibia; tampoco fría. Debemos cerrar los poros y evitar el resecamiento de la piel como consecuencia de los rayos solares. El agua fresca ayudará a bajar la temperatura de la piel a su estado normal. Utiliza geles hidratantes, y evita utilizar la esponja; jabónate con la mano y suavemente sin frotar la piel.
Un truco para alargar el bronceado es lavar la cara con una infusión de té fuerte. Como su efecto puede ser astringente, recuerda aplicar una crema hidratante o una mascarilla específica para contrarrestar este efecto.
Existen alimentos que pueden ayudarte a reparar los daños producidos por el sol si es que te has prolongado con alguna sesión o el protector no ha sido suficiente. Incluye en tu menú pescados de aguas frías como el salmón, las sardinas, la caballa, el abadejo, atún o el arenque. Todos ellos contienen ácidos grasos beneficiosos para reparar las membranas celulares. El selenio, de la carne, los huevos y los cereales es el mineral perfecto para mitigar y minimizar los procesos de oxidación producidos por el exceso de sol. El zinc es también un gran benefactor de la piel, ya que actúa como generador; date un capricho a ostras, puesto que son grandes portadoras de este mineral.
Si necesitas una mayor protección frente al sol, o eres demasiado palidita o con la piel extremadamente sensible siempre puedes buscar el apoyo de un suplemento vitamínico que contenga betacarotenos y vitamina E.